¿Qué nos une a los colombianos? La respuesta a esta pregunta ha sido esquiva. A la próxima persona que responda que nos une la Selección Colombia habría que pegarle, aún con el riesgo de que se diga que lo que nos une es nuestra propensión a la agresión. Quizás lo que nos une, le dije a Juan David Aristizábal, es sobreponernos a las adversidades. Y las virtudes asociadas a ello: el trabajo, la austeridad, la madrugadera. La autoregulación que evita los excesos. El reproche por el derroche. Virtudes burguesas, diría tu aristócrata de confianza. Juan David dice que eso tal vez es cierto solo para el país andino, y no para el otro país. La señora que confronta el frío helado de una madrugada bogotana está ligada espiritualmente al ejecutivo paisa, cuya religión es la bicicleta, y que antes de que salga el sol ya está coronando el Alto de las Palmas. Pero ese es el país andino, insiste Juan David. Quizás la pregunta no es qué nos une a los colombianos sino qué une al país andino con la costa (Andrés Caro dice que lo único es la Ruta del Sol). Y ahí se empieza a enredar la pita pues luego habrá que preguntarse por el país afro y luego por los llanos y terminar en Arauca y el Cauca, que ya suficientemente enredadas están.
El ingenio puede ser lo que nos une, según Juan David. El ingenio para treparse al ducto de aire acondicionado y colarse en la final de la Copa América. El ingenio de Belisario Betancur para lograr que el Fondo Monetario Internacional le aprobara un crédito apelando, no a números, sino a la palabra; a un discurso épico que remataría diciendo: «Señor De Larosiere: nosotros somos los impresionistas». El ingenio de rebuscadores, que nacen en una tierra rica en naturaleza pero pobre en todo caso.
A pesar de lo difícil que es generalizar sobre un país tan variado (o un país «compuesto de muchos países», para que sigamos con los clichés), lo hacemos muy a menudo. Demasiado a menudo. Y casi siempre sale mal. Una de las pocas veces que me parece que salió bien fue cuando Alberto Salcedo Ramos escribió que Colombia era el país que se derrumba mientras se va de rumba. La rumba es quizás el único pasatiempo que se practica de Nariño (y ni qué decir de la Casa de Nariño) a la Guajira y del Chocó a Cúcuta. Y podría ir uno más allá y decir que lo que realmente nos une es lo que está detrás de la rumba, o sea la euforia. Una de nuestras emociones predilectas como nación. Mi impresión es que más que el país de emociones tristes somos el país de emociones fuertes. La euforia, a ratos. La ira, a otros.
Este ejercicio de desentrañar el subconsciente nacional, como pueden ver, no es fácil. No he leído aún una respuesta satisfactoria. Y no: que la Selección Colombia nos une no me satisface, pues aunque sea cierto que nos une, necesitamos algo más constante. Alguna vez un invitado del podcast intentó corcharme preguntándome precisamente esto. Para su sorpresa respondí dos cosas: a los colombianos nos une Crepes & Waffles y Caño Cristales. No pienso elaborar.
El ejercicio es difícil pero no inútil. Yo sí creo que una de las cosas que más nos serviría como país es tener una idea de destino. Algo que ponernos a hacer. Dejar de asistir, como advertía Ortega y Gasset, «al gigantesco espectáculo de innumerables vidas humanas que marchan perdidas en el laberinto de sí mismas por no tener a qué entregarse». Y ese destino que vamos a buscar debería ser algo que nos convoque a todos. Algo que nos una.
¿Qué se les ocurre?
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Newslettter: No Mercy / No Malice de Scott Galloway
Mi inspiración original para empezar este newsletter fue el de Scott Galloway. Un analista tremendo y un escritor muy divertido. Una de mis ediciones preferidas es esta sobre Agency.
Esta semana en Atemporal: Conversé con Miguel Ortiz, PhD en economía política, sobre el conflicto, qué lo impulsa, su experiencia con guerrilleros en el Congo, Knausgaard, Houellebecq, Elena Ferrante, Amos Oz y más!
Tal vez lo que nos une es reconocer que nada nos une...; que esa es nuestra narrativa nacional: que somos "un país a pesar de sí mismo", que somos una nación que se conserva unida a pesar de las profundas diferencias geográficas, culturales, económicas, étnicas, etc...
Definitivo nos une Crepes & Waffles. Caño Cristales tal vez no.