Libros recomendados agosto 2024
Las masas de Ortega, las de Gaitán, y los combatientes de Molano.
La rebelión de las masas por José Ortega y Gasset
Hay una definición de idiota, creo que de Churchill (o atribuida a Churchill, como todo), que lo define como aquel que se interesa solo por sus asuntos privados y nunca por los públicos. Ya Hannah Arendt había anotado en La condición humana (1958) que la esfera privada cada vez ganaba más terreno sobre la esfera pública y hoy podemos advertirlo con tal facilidad que nos obliga a validar la advertencia de Arendt y a concluir que, siguiendo la definición de Churchill, el mundo se llenó de idiotas.
Hoy la gente no quiere saber nada del mundo compartido y se interesa tan solo de llevar a cabo su proyecto de vida, que suele consistir en acumular suficientes experiencias para completar su álbum personal de instagram. El diagnóstico profético lo había hecho en 1930 Ortega y Gasset en La rebelión de las masas. El hombre-masa, escribe Ortega, no aprecia la civilización pues ha nacido en ella y la toma por sentada. “Desea el automóvil y goza de él: pero cree que es fruta espontánea de un árbol edénico”. No ve necesidad de cultivarse y superarse pues desconoce el hecho de que todo lo que le permite vivir bien es producto del trabajo colectivo de docenas de generaciones. “El hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyectos y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes”.
Ortega y Gasset describe la mediocridad de una Europa que ha perdido su aristocracia, esto es, los individuos que se elevan -cultivándose y superándose- por encima de sus pares. La vida noble escribe Ortega es la de la disciplina: “La nobleza se define por la exigencia, por las obligaciones, no por los derechos”. No hay quien mande pues no hay quien se exija a sí mismo. Se ha perdido, en breve, la aspiración de la excelencia. Está hablando de 1930 pero parece que la única diferencia con nuestros tiempos es que la situación hoy es más aguda.
A pesar de ser un filósofo, Ortega y Gasset escribió algo medianamente comprensible para un hombre-masa como yo. Me parece que es placentero de leer. Me imagino que le habrá valido muchas críticas por parte de sus pares.
Creo, además, que es un libro muy importante para entender esto en lo que estamos. Más que recomendado.
Mataron a Gaitán por Herbert Braun
Para seguir con las masas, Mataron a Gaitán es de mis libros preferidos del año. Otra gran recomendación de Andrés Mejía Vergnaud, host del podcast Terrenal. Aunque el protagonista es Jorge Eliecer Gaitán, una de las cosas más interesantes del libro es el contexto que da sobre la política colombiana a comienzos del siglo XX. Es más un libro de análisis que un recuento de los hechos que condujeron al asesinato de Gaitán. Pero la narración del 9 de abril no deja de ser fascinante y saltan a la luz muchos hechos que desconocía: por ejemplo, la reunión de los liberales en Palacio -en medio de la destrucción de Bogotá- y la travesía épica que tuvieron que emprender para llegar a reunirse con el presidente Mariano Ospina Pérez.
El libro recrea la carrera de Gaitán y ofrece una perspectiva compleja del personaje. De Gaitán, como de todo el mundo, nos quedamos con una imagen reducida. Una caricatura. Para unos fue un populista que en el fondo era fascista. Para otros fue el único político al que le importó el pueblo y que habría cambiado la historia de Colombia para bien. Recomiendo esta lectura para tener una idea más completa de Gaitán. Era un tipo obsesionado con la higiene (quiso prohibir las ruanas cuando fue alcalde de Bogotá), tenía ideas osadas, como por ejemplo que la sociedad debería organizarse de acuerdo al mérito, y manejaba una ambivalencia estratégica -en esto Braun hace reiterado énfasis- que le permitía situarse entre el pueblo y la clase política sin renunciar a lo uno ni a lo otro.
Un libro extraordinario. Pueden pedirlo en Bukz.co.
Ahí les dejo esos fierros por Alfredo Molano
Tenía ganas de leer a Molano hace rato y empecé con este porque me llamó la atención el título. Quizás no fue el mejor punto de partida porque más que un texto de Molano son testimonios de excombatientes de las guerrillas y de los paramilitares.
Es difícil de parar de leer, difícil de procesar, y algunas imágenes difíciles de olvidar. Los testimonios son suficientemente variados para mantenerlo entretenido a uno y no fatigado por la repetición de la guerra. También permite vislumbrar diferentes aspectos de los fenómenos guerrillero y paramilitar. Sirve el libro casi para un estudio de diferencias (en ideales, logística, estilos de vida) entre guerrilleros y paramilitares. El factor común es en todo caso que en muchos lugares entrar a un grupo ilegal de estos es la mejor oportunidad de trabajo que se tiene a la mano. Queda faltando, como de costumbre, la voz de los militares.
Me parece increíble que Molano haya logrado que le contaran con tanta franqueza las historias de vida y las escenas de terror que quedan plasmadas en Ahí les dejo esos fierros. Habría que averiguar por su método de entrevistar.
La muerte del padre de Karl Ove Knausgaard
Llevaba años queriendo leer este libro, el primero de una saga de seis que se llama Mi lucha. Finalmente, a raíz de las recomendaciones de Miguel Ortiz (Knausgaard y Elena Ferrante) empecé La muerte del padre. La saga pertenece al género que llaman auto ficción, y esta primera entrega se ocupa de los primeros años de Knausgaard y particularmente de la relación con su padre.
Si han visto Boyhood se podrán imaginar esta novela, en la que tampoco pasa nada. O casi nada. Me causa intriga que una novela tan carente de eventos dramáticos pueda mantener la tensión durante más de 400 páginas. No en vano Knausgaard es uno de los escritores contemporaneos más reputados.
Me gustó, me conmovió, pero no quedé con ganas de seguir inmediatamente con la segunda entrega. Quizás en un futuro no muy lejano.
Para preparar la entrevista con Juan Carlos Echeverry (coming soon), leí su libro Salvar a Ecopetrol, que creo tiene elementos para todos los gustos. A mí me encantó la parte de management porque gran parte de lo que hizo Echeverry fue poner a la gente a rendir, y eso tiene que ver con entender el trabajo humano (de esto hablamos bastante en la entrevista). También hay material para el que quiere aprender sobre petroleo, escándalos de corrupción, comunicación, y gerenciar empresas monstruosas. También leí Memorias olvidadas del presidente Andrés Pastrana para preparar la entrevista con Jaime Ruiz, que fue su mano derecha y el artífice intelectual del Plan Colombia. Me pareció bastante bueno el libro. Finalmente, leí Dos espías en Caracas, una novela del exministro venezolano Moises Naim. No es una gran novela, pero tiene la virtud de que “al ser ficción” le permitió a Naim dar su visión sin filtros sobre lo que ha sucedido en Venezuela y sobre Chávez. Me sirvió para seguir preparando las entrevistas sobre Venezuela, en particular con Roberto Deniz (coming soon), un valiente periodista que expuso al corrupto empresario barranquillero, mano derecha de Maduro, Alex Saab.
Recomendación de la semana
La comedia no ha muerto: Kill Tony con Trump y Biden
Para morirse de la risa.
Esta semana en Atemporal: Conversé con Jaime Ruiz, el artífice intelectual del Plan Colombia, sobre Blackhawks, los números de la guerra, la negociación del Caguán y más!
Buenísima la pequeña reflexión sobre el mundo privado y la esfera pública. Viviendo en Colombia he notado que en Colombia (o no sé si es Bogotá, en particular) existe un interés por la esfera pública (y por el servicio público) bastante marcado. Tiene varias causas, seguramente: por ejemplo, el hecho de que el Estado es quizás el mayor empleador.
Pero a lo que voy, es que ahora viviendo en México me impresionó mucho más este fenómeno sobre la introversión excesiva y la compulsión por la propia vida privada como la única esfera de interés: "mi cuerpo", "mi rutina", "mis viajes", "mis emociones", "mi trabajo".... Y sí, la mercantilización de toda experiencia humana y la cámara de eco que lo exalta en las redes sociales, sospecho que nos lleva cada vez más a idiotizarnos -- a perder toda empatía auténtica por el otro, y exaltar nuestras experiencias privadas y opiniones sobre el mundo (el "yo siento que...") como la verdad revelada.
Los efectos de sonido para la introducción del episodio (truenos, campanadas, etc) son pésimos y de mal gusto. Ni que fuera una antigua radionovela cómo “La ley contra el hampa “. Quite eso.