Gajes del oficio
Pasan que me cosas.
Esta semana hice dos entrevistas sobre episodios históricos importantes, uno de la historia venezolana, el otro de la colombiana.
Estudiar estos episodios, y hacer las entrevistas, me hizo pensar en lo difícil que es llegar a la verdad sobre lo qué ocurrió.
La frase dice que la historia la escriben los vencedores y nunca he sabido qué pensar de eso. ¿Eso quiere decir que si Hitler hubiera ganado, entonces no nos habría parecido horroroso lo que hizo? ¿O que no nos habríamos enterado? Que no hay buenos y malos, ¿solo vencedores y vencidos?
Nunca me ha parecido convincente esa frase. Está ahí la caricatura famosa de los alemanes reflexionando sobre las calaveras bordadas en sus uniformes y preguntándose si no será acaso que ellos son los malos.
En estas historias disputadas sucede siempre que quien quiere reeditar el evento histórico le resta agencia a su contendiente preferido y le suma agencia al contrincante. Pasó este año que un historiador amateur salió con la teoría de que el gran villano de la Segunda Guerra Mundial había sido Churchill. Hitler, decía este tipo (con sorprendente, por no decir preocupante, acogida), se había visto forzado a invadir media Europa como reacción al “guerrerista” Churchill.
Es la pregunta de siempre: ¿Quién actúa y quién reacciona? Los intelectuales con debilidad (admiración) por el M-19 le restan su agencia en el episodio del Palacio de Justicia y dicen que fueron atrapados allí por el ejército. La versión de sus contradictores más extremos es que incluso cuando el ejército andaba desapareciendo gente no estaba actuando, sino meramente reaccionando a unos hechos que los embestían.
Es una tarea difícil la de tasar cuánta agencia tenían los unos versus los otros en determinada situación.
Y todavía más difícil cuando la ideología termina de empantanar la revisión histórica.
Una de las tendencias que más me preocupan, y que descubrí en tiktok (of all places), es que hay dentro de la juventud un revisionismo histórico que dice que Gustavo Rojas Pinilla ha sido el mejor presidente que ha tenido Colombia. Para empezar, se dice dictador. Y el dictador no tiene mala fama por ser un “vencido” que no pudo escribir la historia cuando “las élites” le robaron unas elecciones y lo condenaron a la infamia. No. El dictador tiene mala fama porque aún cuando sí construyo unas carreteras, llevó la corrupción a niveles inéditos, masacró una cantidad de gente que había abucheado a su hija, y quería atornillarse en el poder. Ni siquiera le sumo que nos dejó ese nieto ladrón que saqueó la ciudad pues si los hijos no tienen por qué pagar por los pecados de los padres, los dictadores no tienen por qué responder por los pecados de sus nietos.
En fin, como en toda historia disputada, no faltará quien salga en defensa del dictador luego de leer esta oprobiosa diatriba.
Prueba adicional de que no hay cosa más esquiva que la certeza cuando se indaga en el polvo de la historia.
Recomendación de la semana:
Artículo: Cable Caballero por Packy McCormick.
Packy McCormick, que es uno de los grandes pensadores emergentes del mundo startup, escribió un artículo larguísimo pero buenísimo sobre Somos Internet y la revolución que su fundador Forrest está intentando llevar a cabo.
Esta semana en Atemporal: Conversé con Maria Echeverri, fundadora de Muni, una startup que levantó 30M USD y luego cerró sus operaciones en 2022. ¿Fracasó el experimento startup en Colombia?
Esta edición del newsletter es posible gracias a COMFAMA. Me gustó un video que vi de COMFAMA en el que contaban cómo habían logrado pasar a una semana laboral de 5 días para todos sus trabajadores sin dejar de prestar sus servicios habituales (incluso en fines de semana). Con un sistema eficiente de turnos, lograron que muchas personas puedan programarse y tener suficiente tiempo para actividades valiosas: visitar familia, ocio, deporte.
Eso me parece muy valioso de COMFAMA: están constantemente poniendo sobre la mesa temas importantes para el futuro del trabajo. En esta nueva era que está a la vuelta de la esquina, los líderes de organizaciones bien harían en acudir al conocimiento acumulado en siete décadas de existencia y trabajo que tiene COMFAMA.



Gracias, Andrés, por estas valiosas reflexiones que confirman que la historia suele ser víctima de los sesgos de quienes la narran, con mayor o menor incidencia según el contexto y la intención. Esto hace mandatorio instruirse desde al menos cuatro fuentes distintas, y apegarse rigurosamente a los hechos que cuentan con evidencias verificables.
El juicio de Núremberg, tras la Segunda Guerra Mundial, fue precisamente un acto fundacional en esa búsqueda: evidencias registradas por los propios perpetradores se convirtieron en la base para reconstruir los hechos desde una mirada más objetiva.
La historia debe aspirar siempre a miradas múltiples: las de víctimas y victimarios, las de hechos y las hipótesis que los interpretan. Como humanos, seguiremos siendo vulnerables a nuestros sesgos particulares, pero es justamente el contraste y la riqueza de fuentes diversas lo que permite cerrar la brecha entre la realidad vivida y la narrada.