Este semestre leí Capitalismo, socialismo y democracia, el clásico de Joseph Schumpeter, que se preguntó en plena Segunda Guerra Mundial si el capitalismo iba a sobrevivir. Concluyó que no. Y no por las razones que Marx había planteado 70 años atrás, sino por otras muy diferentes. En el desarrollo de su argumento Schumpeter expone la verdadera mecánica del capitalismo, a través de su famosa “destrucción creativa”, que fue lo que terminó registrado como el gran aporte de este libro. Es, claramente, un libro provocativo en muchas más dimensiones. Acá mis notas sobre Capitalismo, socialismo y democracia:
Sobre la capacidad de la teoría marxista para explicarlo todo: “Marx, útil para la mente descontenta, explica como una varita mágica grandes y pequeños eventos por igual”.
Marx se equivoca al asumir que los dos grupos -proletarios y capitalistas- son homogéneos. Además sobreestima la animadversión entre unos y otros.
El principal motivo del capitalismo no es la acumulación sino la innovación: destrucción creativa.
La mirada de Schumpeter es biológica: el capitalismo como un escenario de competencia entre firmas, que se desplazan (destruyen) si se alimentan de la misma manera en el mismo espacio. Por esa razón para Schumpeter toda posición monopolística no es sino temporal: “No cushion to sleep on”.
“El logro capitalista no consiste típicamente en proveer más medias de seda a las reinas sino en acercarlas al alcance de las mujeres de las fábricas a cambio de cada vez menos cantidades de esfuerzo”.
El capitalismo es un arreglo institucional que crea los incentivos para que los actores persigan utilidades. Además, el elemento de la competencia mantiene disciplinados a los jugadores, pues incluso la amenaza imaginaria de que llegará alguien a competir suele bastar para mejorar calidad/costos.
“La conquista del aire bien puede ser más importante que la conquista de India: no debemos confundir las fronteras geográficas con las económicas”.
Argumento provocador: el racionalismo que profundiza el capitalismo (pensar el mundo desde el costo/beneficio) es más potente que el temor a Dios a la hora de hacer cosas en beneficio de la humanidad.
Schumpeter creía que el romance de la aventura empresarial se extinguiría pues las innovaciones ya no nacerían de las epifanías de unos emprendedores sino del cálculo sobrio de la oportunidad por parte de un equipo de especialistas.
“Dado que la empresa capitalista, a raíz de sus propios logros, tiende a automatizar el progreso, concluimos que tiende a tornarse a sí misma superflua: a quebrarse en pedazos bajo la presión de su propio éxito”.
Hay una idea que me pareció potente: el capitalismo tiende a crear una clase intelectual que le es hostil, pues educa más gente de la que puede emplear (al menos en trabajos de exigencia intelectual) y esa gente, rechazada por el mercado laboral, se dedicará a plasmar su resentimiento en críticas al sistema que tiene en frente. Nada descabellado. Nada que no hayamos visto.
La expansión de la burocracia: “la única certeza que nos depara el futuro”.
La Primera Guerra fue una decepción para el socialismo pues los grandes planes socialistas internacionales pasaron a segundo plano cuando la amenaza se posó sobre cada nación. Resulto que los socialistas eran ingleses, alemanes, y franceses antes que socialistas.
Sobre ese error de cálculo de Marx, que vivía en el exilio: “No teniendo él ningún país propio se convenció rápidamente que el proletariado tampoco tenía uno”.
La gran paradoja del socialismo: terminó pelechando en el país menos industrial y más agrario (Rusia): más que una revolución del proletariado fue una revolución de unos intelectuales agresivos que se tomaron el poder a las malas, sin importar que no hubiera las condiciones pre revolucionarias, levantando la bandera de Marx, el profeta.
Recomendación de la semana:
Documental: Agnelli en HBO
Ya lo había recomendado, pero ahora que nos estamos dando cuenta que la vida volvió a ser peligrosa (¿Quién dijo que la vida no debe ser peligrosa? dicen en el documental) este documental sobre el heredero de la Fiat y líder de Italia durante una época turbulenta ha cobrado una vigencia estremecedora.
Esta semana en Atemporal: Conversé con Carlos Granés, autor de Delirio Americano, sobre su formación intelectual, aprendizajes de Vargas Llosa, el siglo XX en América Latina y la obsesión por la identidad.
Esta edición del newsletter es posible gracias a COMFAMA. Me gustó un video que vi de COMFAMA en el que contaban cómo habían logrado pasar a una semana laboral de 5 días para todos sus trabajadores sin dejar de prestar sus servicios habituales (incluso en fines de semana). Con un sistema eficiente de turnos, lograron que muchas personas puedan programarse y tener suficiente tiempo para actividades valiosas: visitar familia, ocio, deporte.
Eso me parece muy valioso de COMFAMA: están constantemente poniendo sobre la mesa temas importantes para el futuro del trabajo. En esta nueva era que está a la vuelta de la esquina, los líderes de organizaciones bien harían en acudir al conocimiento acumulado en siete décadas de existencia y trabajo que tiene COMFAMA.