Si ustedes, como yo, usan su tiempo libre para ver la mayor cantidad posible de videos sobre la dictadura de Rojas Pinilla entonces sabrán que indefectiblemente entre los primeros comentarios siempre hay uno del estilo de “mi abuelo me contaba que Rojas Pinilla fue el mejor presidente que ha tenido Colombia”. El comentario, también indefectiblemente, tiene sus 500 likes.
Entre los jovenes Rojas Pinilla es el GOAT. Es tanto el entusiasmo por el dictador que parece como si fuera pago. Las bodegas de Rojas Pinilla. Pagadas ya por el fantasma del dictador, ya por el fantasma del nieto, que alcanzó a robar tanta plata durante su alcaldía en Bogotá, que quizás hasta para financiar contratos que maquillen la memoria de su abuelo le habrá alcanzado.
Dicen que los discursos de Pérez Jimenez -que fue dictador en Venezuela al tiempo que Rojas Pinilla- parecían, más que discursos políticos, informes de avances en obras de infraestructura. Dictador que no tenga obras por las cuales sacar pecho es un dictador ya demasiado ladrón que ha perdido la vergüenza. Los admiradores de Rojas Pinilla hablan de la calle 26, del aeropuerto El Dorado y 17 más, las hidroelectricas, y, la cereza encima de la calva dictatorial, la televisión. Casi treinta años esperando la televisión y por fin un presidente que le importa el pueblo, que a diferencia de los políticos no se roba la plata, y trae a Colombia la televisión. Así venden el cuento. Las obras de infraestructura del dictador perduran mientras que las masacres, las tragedias por negligencia, y las corrupciones del régimen se borran de la memoria.
La verdad es que no creo que existan las bodegas de Rojas Pinilla. Esa adoración no es paga sino que es una señal de que en Colombia no hay consenso sobre la democracia. O mejor: en Colombia no hay consenso de que Colombia debe seguir siendo una democracia. Esto en mis círculos no debe decirse porque parte de ser un ciudadano sofisticado es ser un demócrata. Así uno no sepa muy bien qué significa eso. “El menos malo de los sistemas”, repetimos como autómatas y no tenemos idea por qué lo es.
Camina uno entre las basuras de Bogotá, saltando entre andenes rotos, esquivando huecos, evadiendo pillos, y se pregunta si realmente este es el mejor sistema. La democracia cada vez más incapaz de dar resultados y los comerciantes extorsionados (en Colombia les decimos “comerciantes”) hasta la coronilla con esa absurda cotidianidad. El colombiano pudiente que trocha (que es un verbo más preciso que caminar) entre el basurero de nuestras ciudades se pregunta por qué no se va más bien a Paris o a Nueva York. Haussmann tumbó Paris cuando Paris era una cloaca y construyó la maravilla que es hoy. Eso porque tenía la orden directa de Napoleon III, wait for it… el dictador. Nueva York es similiar: sin los poderes cuasi dictatoriales de Robert Moses, quién sabe como se vería Nueva York hoy.
¿Cómo vende uno la democracia frente a eso? Creo que no hay tan buenos argumentos a favor de la democracia como hay buenos argumentos en contra de la dictadura. En ese sentido si es "el menos malo” de los sistemas: al menos no es una dictadura. La democracia no será lo mejor, pero la dictadura es lo peor.
Pero si en la dictadura meten a los bandidos a las cárceles. Si en la dictadura las obras no se demoran décadas. Si en la dictadura se le mejora la vida a la gente. Sí: ¿Pero a qué costo?
Hay que ver la película sobre la dictadura brasilera (Aún estoy aquí), que me parece que era la más soft, o al menos más que la argentina y que la chilena, para constatar cómo la dictadura mata la alegría. ¿En qué consiste una dictadura? En coger a un brasilero alegre que hasta ayer jugaba futbol en la playa de Rio de Janeiro con sus hijos y desaparecerlo. En sumir a sus hijos y a su esposa a la angustia de no saber qué fue de su padre, qué fue de su marido.
La dictadura marchita todo. Hasta el arte de los artistas que la promovieron, como muestra una y otra vez Carlos Granés en Delirio americano, y ni qué decir de los mismos miembros de la dictadura, que terminan físicamente deformados (¿Han visto a los chavistas?), al estilo del sith lord en Star Wars cuando va revelando su verdadero carácter.
Habrá también que decirle a los bodegueros de Rojas Pinilla que ha habido demócratas que han sido tan o más efectivos que el dictador. Sería interesante coger un mapa de Bogotá y teñir de rojo las vías que hizo Virgilio Barco (como alcalde), de azul las que hizo Enrique Peñalosa y de verde las del dictador. Mi intuición es que la marea rojiazul arrasa.
Recomendación de la semana: Libro - Delirio americano - Carlos Granes
Esta semana en Atemporal: Entrevisté a Pablo Navas, exrector de Los Andes, sobre cómo acabar con el apartheid educativo en Colombia, el desmonte de Ser Pilo Paga, y el retorno económico de educar a una población.
La startup que quiere tumbar el trono de Claro, Tigo, Movistar y ETB con un internet más rápido y más barato: así titula Forbes.co una historia sobre el patrocinador de este Newsletter. En una industria en la que el usuario promedio no solo no está contento con su servicio de internet sino que habla mal de su proveedor, Somos Internet tiene tasas de satisfacción de usuario arrolladoramente positivas. Esto es porque -a diferencia de las compañías tradicionales- Somos no terceriza su servicio al cliente, ni alquila los cables de internet. Somos es dueño de sus cables, de su servicio al cliente, y del internet de fibra óptica más veloz del país (hasta 2GB!).
Somos es el futuro del internet y en Bogotá ya está activo en Chapinero Alto, El Nogal, El Virrey y Chicó. NOTICIA: acaban de activar Cedritos y Unicentro y muy pronto Fontibon y Suba. Somos está decidiendo hacia dónde expandir su fibra en Bogotá según las solicitudes de sus usuarios. Así que aprovechen esta oferta: 50% de descuento en los primeros tres meses. Vayan a somosinternet.co/atemporal para acceder a la oferta.
Andrés, creo que, en su columna, cabría incluir la seguridad que implementó el presidente Uribe, como ejemplo de una muy buena gestión democrática, que mejoró exponencialmente el bienestar de los Colombianos.
Me queda una duda, y es, sí el no haber incluido ese evento fue selectivo de su parte, o si verdaderamente no sabe lo que sucedió. Lo invito, si fue selectivo, a que reflexione sobre mi comentario, quizás en su discernimiento encuentre, alejado de la mala publicidad que ha tenido en los últimos años el gobierno de Uribe, lo importante que fue para nosotros los colombianos el
muro de contención que ha sido el presidente Uribe.
Aprovecho y lo felicito por ese podcast tan entretenido y enriquecedor.
Saludos.
Luis Alberto Velasquez