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Iván Moncada's avatar

Hola Andrés, una reflexión sobre su post Entre la servidumbre y la licencia.

Yo no creo que exista un rechazo a la autoridad en nuestro espíritu colectivo, lo que sí creo es que históricamente hemos atravesado épocas en las que estamos todos cansados de una autoridad con el interés primordial de servirse a sí misma, de ver flagrante una autoridad aprovechada, y terminamos entonces manifestando desacuerdo contra cualquiera que represente esa autoridad.

Apenas tengo 52, pero calculo que son unos 20 más que usted. Andrés, cuando un Mockus llegó al poder la actitud de los Bogotanos frente a la autoridades fue otra casi de inmediato, lo mismo se puede decir de las autoridades, de repente se vistieron con un aire de propósito y criterio. Lo mismo cuando llegó Peñalosa, la ciudad entera entendió que muchos temas eran “de todos”. Estoy seguro de que eso mismo ha pasado en ciudades de toda Colombia. A nivel nacional, cuando llegó AUV y el país fue sintiendo que había un norte, que algunos de verdad estaban trabajando x 3, las autoridades y los colombianos nos creímos todos el cuento, y cambiamos muy rápido a una actitud más responsable.

Yo creo que lo que realmente pasa es que nos encontramos en un minuto histórico en donde casi todos estamos simplemente mamados, incluso como la rana en la olla: sabemos que tenemos calor, pero no nos hemos dado cuenta de que estamos ya hirviendo…. Si, yo creo que los Colombianos estamos pasando por un momento social muy denso, liderados por un presidente que sencillamente es vergonzoso, pero muy vergonzoso, con un desastre de gobierno en prácticamente todos los sentidos, pero sobre todo con muestras de una falta de norte desesperanzadoras.

Hasta dónde hemos corrido la línea de lo que se vale? Un discurso en la OEA como el de esta semana, ir caminando por la calle -aún casado- agarrado de la mano con un travesti (nada contra cualquier gusto sexual), incendiar el sistema de salud poco a poco, en fin… lo grave de la suma de todo lo que pasa en el país es la desesperanza, y eso nos lleva a la rebelión, de la misma manera que un hijo no le cree ni obedece a un papá que no le da ejemplo.

Estoy absolutamente de acuerdo con que tenemos más derechos que deberes, usted que es de familia paisa, igual que yo, muy seguramente vivió en una casa donde sabía que tenía deberes, para empezar el colegio, ser un tipo decente (así el concepto de decencia de uno fuera diferente del de los papás, había que apegarse más bien al concepto de ellos!), hacer deporte, sacar la basura, en fin, estoy seguro que mientras lee, se acuerda de deberes que tenía en su casa: cada derecho comporta al menos un deber. En este sentido, y a pesar de sus muchas bondades y buenas intenciones, la Constitución del 91 nos jodió, las generaciones nuevas tienen más derechos que capacidades de garantizárselos este estado torpe e inoperante, de ahí la resistencia a la autoridad, vuelvo al ejemplo del mal papá. Al menos Usted y yo crecimos con deberes, pero cuántos desafortunados crecieron convencidos de que llegaron a este mundo (y a este país), llenos de derechos?

Yo no creo que el desprendimiento del colombiano con la construcción de lo que lo rodea dé para lo que usted propone frente a los hijos, no veo a sus taitas o los míos en eso, ni a los nietos de ellos, y creo que actitud igual se extiende en toda la escala social y territorio nacional. Todo ser humano mata por sus hijos, no creo que los Colombianos seamos ni mejores ni peores en esta prioridad. Tampoco creo que el colombiano delege hacia arriba, cientos de empleados y años de experiencia en Colombia, Latino América entera, Europa y EEUU me lo confirman: somos unos berracos trabajadores, pero ensimismados: sacando adelante nuestro metro cuadrado de responsabildiad. Por eso dicen que 1 Colombiano es mas inteligente que 1 Japonés, pero 2 Japoneses mas inteligentes que 2 colombianos, razón llevan. Le propongo que vuelva y arranque su último substack con estas reflexiones Andrés, seguro le van a subir la imagen de sus compatriotas hermano.

Un saludo de un lector y oyente agradecido.

IMT

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Jose P. Jaramillo C.'s avatar

Muy buena crónica; no recordaba de esta manera los textos de A. Tocqueville que resaltás.

Sí, es una paradoja: de un lado rechazamos cualquier tipo de autoridad del Estado cuando nos sentimos amenazados por ella y la reclamamos con vehemencia cuando nos sentimos amenazados por otros que pretenden ejercerla.

Y esa dicotomía nos hace un país caótico y además pobre: esa es precisamente la tesis central de D. Acemoglu y de J. Robinson: la incapacidad del Estado para asegurar el cumplimiento de la Ley, que es precisamente la solidez sobre la que descansa la confianza.

Somos incomprensibles!

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