Enero es mal mes para incitar al desorden. No ha pasado suficiente tiempo para que la gente flaqueé con sus propósitos de año y suelte las riendas de su instinto hedonista. Lo nota uno en un almuerzo cualquiera, como ese en el que propuse que pidiéramos seis cervezas. Éramos tres. Lo de seis cervezas era un chiste, por supuesto, pero al menos uno esperaría que dispersadas las risas (no las hubo) hubiéramos pedido al menos tres cervezas. No se pidió cerveza alguna. El uno no toma. La otra anda en dieta. Pedí una bretaña y me la tomé mirando mi ensalada.
Terminado el almuerzo me recogió un amigo en su jeep. Este si me copia a la cerveza, pensé sin pensarlo demasiado pues ¿quién que maneje jeep no toma cerveza? Finalmente iba a poder cumplir mi modesto propósito de año nuevo: tomarme una cerveza un sábado en la tarde. Así fuera una tarde de enero.
—Entonces: ¿cerveza? —le dije.
—No puedo, no estoy tomando. Ni fumando. Ahora además cocino en la casa todos los días y no gasto plata.
Está bien: esa última frase no la dijo así seguido, pero la dijo eventualmente. Pidió una bretaña. Yo pedí una cerveza. Me la tomé mirando las garzas sobrevolar el lago del club que tantas ganas he tenido de expropiar y que tanto me gusta visitar.
Me gusta ver a mis amigos disciplinándose en el año nuevo. Pero confieso que me preocupo al verlos tan disciplinados. Muchos pareciera que más que desarrollar hábitos están revolcando sus vidas. Son tantos cambios al tiempo, tan estrictos, que no parecen propósitos de año nuevo sino terapias de choque. Desintoxicaciones. Dirán que estoy exagerando. Que basta con verles el semblante para darse cuenta que el revolcón de enero está funcionando. Claro. La pregunta es: ¿hasta cuándo?
Enero es engañoso. En enero, la sonrisa no deja ver lo que se cocina discretamente en el alma. Es un poco como Bogotá que se manda veintidos días seguidos de sol y uno dice, esto no es Bogotá, y Bogotá contesta: ahora soy así. Y el solazo continuo me hace pensar que sí, que ahora Bogotá es Los Ángeles y que debería hacer una venta de garaje y salir de todos esos sacos que ya perdieron su utilidad y con esa plata comprarme algo más apropiado para una ciudad veranera como esta. No sé. Tres pantalonetas, dos bermudas, unas chanclas, y veinticinco gramos de bloqueador solar. Pero no. Llega febrero y Bogotá vuelve a ser la misma de siempre y vaya usted a hacer un trueque con tres pantalones, dos bermudas, unas chanclas, y los ocho gramos de bloqueador solar que sobraron. No hay manera.
Enero es peligroso porque viene con su high de enero y le hace creer a uno que el juego de los hábitos puede ganarse con las cinco movidas del jaque mate con la que clavan novatos de ajedrez. Y el asunto de los hábitos, se sabe, se asemeja más al Monopolio y por lo tanto antes del castillo uno ha debido comprar mucha casita, que, claro, se compran, necesariamente, de una en una.
Recomendación de la semana
Canal de Youtube: Great Art Explained
Me encanta este canal de youtube sobre arte. Mi preferido hasta el momento: el de La medusa de Gericault.
Esta semana en Atemporal: Conversé con Carlos Andrés Pérez, CEO de Centronet, sobre la historia económica de Cali, las empresas que allí se dieron (¡los ingenios son solo el 5%!), la mirada que tiene un economista (vs un ingeniero industrial) a la hora de gerenciar una empresa, entre otros!
Tu hablas del "High" de Enero, en cambio yo vivo la "Ansiedad" del Jueves!! (Esperando leer tu contenido tu artículo semanal) excelente trabajo Andrés!! 👏🏾👏🏾
Gracias por un Uno a 1 más aunque recomendar el podcast propio me resulta tramposo! Sin embargo, la recomendación de The Bear fue magnífica!