Sé poco sobre Venezuela y su historia reciente, pero estoy empezando a interesarme. Aquí van mis primeros apuntes de una investigación que apenas empieza:
De entrada lo que me parece más shockeante: la parafernalia ridícula del régimen chavista. Es realmente empalagosa, incómoda de ver. Si son capaces, y no mueren de cringe en el intento, vean el discurso de Maduro en el funeral de Chávez. Da pena. Pero los actos vergonzosos no empezaron con Maduro. Vienen de tiempo atrás y parece que todo este régimen ha sido una puesta escena. Una obra de teatro de mal gusto, del peor gusto, pero por alguna razón efectiva. Hace rato, parece, Venezuela vive bajo la religión de la mañesada.
Parece que la ridiculez ni siquiera empieza con Chávez. En el libro El pasajero de Truman al referirse a la dictadura de Cipriano Castro dicen: «La dimensión de lo ridículo es uno de los parámetros que los autócratas rompen, y lo hacen tan a menudo que quienes los rodean llegan a creer que esa conducta es normal, cuando, ni por asomo, lo es».
Andrés Mejía Vergnaud ha insistido en que una diferencia radical del caso venezolano con el colombiano es que en Colombia tenemos una sociedad civil bastante activa. Gabriela Febres-Cordero, ex ministra del gobierno al que Chávez le hizo dos golpes de Estado, concuerda con la tesis de Mejía. Dice, por ejemplo, que en Venezuela no tenían los grupos de ciudadanos que hacen veeduría legal.
Quizás la diferencia más notoria entre ambos países es el rol de los militares. En Venezuela los militares parecen estar imbuidos, omnipresentes, en todos los sectores de la sociedad, incluyendo la política. Con Chávez y Maduro, además, han accedido a puestos en sectores que muchos creeríamos que están fuera del ámbito militar (por ejemplo, cargos ejecutivos en la petrolera PDVSA y ministerios diferentes al ministerio de defensa).
La pregunta más inquietante sobre Venezuela: ¿Cómo fue que una pequeñísima isla tomó control del país más rico de Sudamérica? Se la hice a Febres-Cordero y me contestó que todavía faltan años para entender el fenómeno de la toma hostil por parte de Cuba, pero que sin duda no habría sucedido de no ser porque Fidel era como era y lo mismo Chávez.
Otra pregunta: ¿Cómo es que un régimen que ha destruido a su país, hecho pobre a tanta gente y robado tanto no ha caído? Parece que en el caso venezolano aplica la teoría que expone Bruce Bueno en el libro El manual del dictador. Un dictador puede darse el lujo de embarrarla en casi todo, siempre y cuando haga unas pocas cosas bien. Una de ellas es pagarle a la gente que hay que pagarle (casi siempre los militares). Otra evidente en el caso venezolano es la obsesión singular con ganar las elecciones. Ambas salen a la luz en el libro Los restos de la revolución de Catalina Lobo-Guerrero.
Otro asunto notorio en el libro de Lobo-Guerrero: la cantidad de veces que la gente ha estado convencida de que la caída del régimen es inminente. Lo pensaron en el 2002, con el extraño episodio de «vacío de poder» de Chávez. Lo pensaron también en el 2014 con las protestas prolongadas de comienzos de año. Y también con las elecciones de Capriles vs Maduro en el que el régimen ganó por un 2% claramente fraudulento. El devenir histórico de los últimos años en Venezuela ha sido de un intenso baile entre la convicción de la oposición de que ahora sí llegó el final y la terquedad de un régimen que no sabe hacer nada, salvo perpetuarse en el poder.
Del libro El pasajero de Truman: «En el fondo, Venezuela nunca ha cambiado ni cambiará. Se hizo de prisa, se independizó de prisa y ahora hay quienes tienen prisa por sacarla del atraso. Pero el precio de esa prisa histórica ha sido demasiado alto». Pregunta: ¿qué tanto ha torpedeado el régimen las estrategias de la oposición y qué tanto lo ha hecho la prisa?
Gabriela Febres-Cordero resaltó algunos aspectos interesantes del fenómeno de Maria Corina Machado: una campaña no en ciudades principales sino de la periferia hacia el centro; una prohibición de volar en avión que obliga al desplazamiento terrestre y crea una interacción diferente con los votantes, un uno a uno que no es usual y parece estar dando resultados; un punto de encuentro con la gente —Machado, como muchos venezolanos, tiene a parte de su familia en el exilio— y un call to action: formar «comanditos», grupos de ciudadanos encargados de proteger los resultados electorales de sus mesas de votación.
El documental Una pauta peligrosa es una investigación sobre Alex Saab y la que parece ser la etapa final de un régimen degenerado: el robo descarado (lo mismo parece estar sucediendo en Cuba). Se pregunta uno si todo esta desgracia y todo este desgaste fue para nada más que para comprar trivialidades: un apartamento en la mejor calle de Roma, una mansión estrambótica en Los Ángeles, un Ferrari bañado en oro.
Recomendación de la semana
Documental: Una pauta peligrosa
Extraordinario este documental.
Esta semana en Atemporal: Conversé con Gabriela Febres-Cordero sobre ser ministra de un gobierno al que Hugo Chávez le hizo dos golpes de Estado, el Caracazo, y los paralelos entre Colombia y Venezuela.
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